En julio de 2008 Alberto Fernández se desvinculó del Gobierno, se «guardó» un tiempo, volvió a escena con ínfulas y desde hace algunas semanas retornó de alguna manera al anonimato. Por eso, quienes lo siguieron en su nueva versión anti K y con aspiraciones presidenciales están por demás preocupados. Uno de ellos es el ex recaudador bonaerense Santiago Montoya. Vinculado a Daniel Scioli, salió del gobierno provincial por orden de Néstor Kirchner y, aun con la oportunidad de volver en alguna función de menor exposición, prefirió apostar por el proyecto albertista para 2011. Pero Fernández no termina de arrancar y la preocupación de Montoya va en aumento. La semana pasada, como tantas otras veces, se vieron las caras en un desayuno en el cómodo departamento que el ex jefe de Gabinete le alquila a Enrique «Pepe» Albistur en Puerto Madero. Café y medialunas de por medio, repasaron la política, el fútbol y la música. Montoya se llevó la panza llena pero ninguna definición con respecto a su futuro: Fernández «vive en un armado eterno», dicen cerca del ex mano derecha de Néstor Kirchner, que revisa periódicamente encuestas, viaja por el interior del país y acumula enamorados para un proyecto que ni él mismo sabe si algún día se hará realidad.