Luego del escándalo que tuvo cuando festejó los 15 años de su hija en el Tattersall de Palermo en pleno auge del dengue, el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, parece haber aprendido la lección. Días atrás cumplió 45 años en silencio y sin grandes celebraciones. Lejos de las convocatorias multitudinarias, este año apenas recibió el saludo de sus colaboradores más cercanos y, según dicen, los saludos que le llegaron desde Buenos Aires pueden contarse con los dedos de una sola mano.