Parece que a Eduardo Amadeo no le ha caído del todo bien su flamante trabajo como diputado de la Nación. Transpirado, sin corbata, con su camisa desabrochada y un cansancio visible en su rostro decidió tomar una excursión y dejó al trote el oscuro edificio anexo. Pero su paseo primaveral terminó minutos después en una farmacia de la zona de Congreso, de donde salió peor aún, cargando bolsita con importante cóctel de medicamentos.