Exploramos las distintas aristas de una mujer que, con obras de gran calidad, supo romper moldes y prejuicios en un mundo de hombres. Reconocida en el país y en el exterior, le abrió las puertas a distintas generaciones de mujeres cineastas.
En el seno de una familia acomodada, dueños de distintas empresas y de la cervecería Quilmes, María Luisa Bemberg nació el 14 de abril de 1922. Sus padres, Otto Bemberg y Sofía Bengolea, le encomendaron una estricta educación mediante institutrices, solo sus hermanos varones fueron al colegio formal. Nada se esperaba de las mujeres en esa época, excepto convertirse en esposas y damas de beneficencia. Sin embargo, María Luisa iba a ser recordada, sobre todo, por algo más.
Si bien se casó a los veintidós años con el arquitecto Carlos Miguens, con quien vivió en Madrid y tuvo cuatro hijos, comenzó a cuestionar ciertos roles asignados. El matrimonio no duró y María Luisa tomó un camino distinto de independencia y libertad. En 1949 comenzó a trabajar en la administración del Teatro Smart; al tiempo, en la administración del famoso Teatro Astral hasta que fundó el Teatro del Globo junto a Catalina Wolf.
Durante los años setenta, empezó a escribir guiones cinematográficos: el primero fue Crónica de una señora en 1971. Raúl de la Torre fue el director del film. Fernando Ayala, por su parte, fue el director de su segundo guión, para la película Triángulo de cuatro, de 1975. Por este último, Bemberg obtuvo su primer premio como guionista. A partir de aquí, María Luisa Bemberg se abre camino como una de las directoras y guionistas más recordadas y prestigiosas de la historia del cine argentino.
Sus historias
“Hay cineastas que desarrollan una obra personal extensa y detallada, enciclopédica, a lo largo de décadas. Hay, también, cineastas que crean un universo propio con una urgencia fulminante, casi a contrarreloj, en un puñado de años. María Luisa Bemberg fue una de estas últimas: comenzó a hacer cine a los 58 años y le bastaron seis largometrajes (y dos cortos) para delinear una mirada única, aguda y sensible, que abordaría de lleno el rol y la representación de la mujer de ambos lados de la cámara”, dicen Julia Kratje y Marcela Visconti, quienes compilaron distintos materiales para el libro La sombra y la audacia, cuando se cumplieron 25 años del fallecimiento de la directora de cine en 2020.
En ese universo urgente de Bemberg, sus primeras incursiones en el mundo audiovisual, ya como directora, estuvieron ligadas a su militancia feminista con los cortometrajes El mundo de la mujer (1972) y Juguetes (1978). A inicios de los ochenta, ya había fundado su propia productora junto con Lita Stantic. La llamaron GEA Cinematográfica.
Aquel primer cortometraje es una mirada crítica de la construcción de “lo femenino”, donde expone distintos escenarios y lugares comunes como el hogar y los electrodomésticos, los desfiles de moda y la peluquería. Juguetes, por su parte, es una denuncia frente a la desigualdad de género que se impone ya desde la niñez.
En cuanto a largometrajes, su ópera prima fue Momentos (1981), coescrita con Marcelo Pichón Rivière, hijo del médico psiquiatra Enrique Pichón-Rivière (introductor del psicoanálisis en Argentina). Protagonizada por Graciela Dufau, Miguel Ángel Solá y Héctor Bidonde, la película fue galardonada con el Premio Opera Prima Festival de Cine Cartagena y el Premio al mejor Guión e Interpretación Femenina en los Festivales de Huelva y Chicago.
Señora de nadie (1982), su segundo largometraje, en el que participaron Luisina Brando, Rodolfo Ranni y Julio Chávez, como elenco protagónico, fue una oportunidad para desmitificar los preceptos del matrimonio, en la que la felicidad no depende ni del marido ni de los hijos. Una vez más, Bemberg recibió premios en los festivales de cine de Taormina y Panamá.
Si bien ya había iniciado un camino de consagración como directora de cine, Camila (1984), su tercer largometraje, fue de los más populares y recordados de toda su carrera. Basada en un hecho real de la historia argentina, el film narra la relación entre Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. El hostigamiento y la persecución pondrán a prueba hasta dónde puede llegar el amor, los ideales y la convicción. La película, protagonizada por Susú Pecoraro, Imanol Arias y Héctor Alterio, fue nominada al Premio Oscar como Mejor Película Extranjera.
Luego, llegaron sus últimas tres películas en las que demuestra una gran influencia literaria: Miss Mary (1986), protagonizada por Julie Christie. Como punto de partida toma los relatos “El vestido color aceituna” y “El caballo muerto”. Por este film, obtuvo galardones en los festivales de cine de Tokio y de Venecia. Yo, la peor de todas (1990) está inspirada en el ensayo de Octavio Paz, Sor Juana o las trampas de la fe. Fue protagonizada por Assumpta Serna, Dominique Sanda y Héctor Alterio. Y por último, De eso no se habla (1994) está basada en el cuento homónimo de Julio Llinás y fue protagonizada por Marcello Mastroianni y Luisina Brando.
La unión feminista
Durante sus primeros años como guionista y directora, por iniciativa de María Luisa Bemberg y Gabriela Christeller, surgió la agrupación Unión Feminista Argentina (UFA), con el objetivo de difundir y reflexionar sobre los textos de feministas extranjeras como Simone de Beauvoir, Virginia Woolf y Kate Millet.
La Unión estaba compuesta por mujeres de diversas organizaciones y clases: amas de casa, intelectuales, estudiantes, obreras, militantes del Partido Comunista, Frente de Izquierda y PRT-La verdad. La UFA tomó la idea de los “grupos de autoconcienciación” norteamericanos y redactó un manifiesto, que se publicó en la revista Muchacha, para visibilizar el feminismo desde una perspectiva de clase. En el texto, abordaron algunas de las ideas siguientes: “Procrear no es crear y la mujer tiene derecho a las dos cosas: queremos ganar nuestro dinero, expresarnos, ser personas autónomas, trabajar, investigar, estudiar, salir, sentir y volver a nuestra casa y encontrar allí un hombre que nos quiera y que nos entienda, que nos comprenda de la misma manera que una mujer comprende a su pareja masculina”.
“El feminismo es el antídoto del machismo y no una cruzada contra los hombres. Es el anticuerpo que defiende a la mujer lúcida y que permite observar con mirada nueva a la pareja”.
Su legado
María Luisa Bemberg falleció el 7 de mayo de 1995, a los 73 años de edad. Desde el comienzo de su carrera abordó una postura crítica para exponer los mandatos del patriarcado y reivindicar los derechos de la mujer en la sociedad. Además, marcó el camino para muchas guionistas y realizadoras que, aún hoy, la recuerdan como una de las pioneras del cine argentino hecho por mujeres.
La familia Bemberg, de acuerdo con el deseo de María Luisa, realizó la donación de una colección personal de 27 obras al Museo Nacional de Bellas Artes, entre las cuales se encuentran firmas de artistas como Rafael Barradas, Emilio Pettoruti, Alicia Penalba, Xul Solar, Pedro Figari y Joaquín Torres García.
Su último proyecto, que no llegó a rodar, fue el guión de El impostor, basado en el cuento homónimo de Silvina Ocampo, incluido en su libro Autobiografía de Irene.
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