La arqueóloga Luciana Chávez, de 38 años y máster en Memoria Social y Patrimonio Cultural, que nació y creció en Salta, y estudió en la Universidad Nacional de Tucumán, aseguró que es muy valioso el aporte social que se hace desde la arqueología, y destacó la apertura que se está dando en el campo laboral de esta disciplina.
«Creo que desde siempre supe lo que quería ser y hacer, fue algo innato. Por los recuerdos que tengo, es como que lo tenía como incorporado. Lo tuve direccionado siempre, y en cuarto o quinto año del colegio secundario, que es cuando tenés que ir pensando qué estudiar, nunca tuve la duda», dijo la arqueóloga a Télam, al hablar de su vocación.
Luego, contó que la única duda que tuvo en ese momento fue dónde estudiar, porque el objetivo de concurrir a la Universidad de Buenos Aires era difícil, por la situación económica de su familia, en plena crisis de 2001 en el país.
Eso la obligó a analizar las currículas de distintas casas de altos estudios, incluso la de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), pero finalmente optó por formarse en Tucumán, donde apenas iniciada la carrera se ven contenidos arqueológicos y se realizan tareas de campo. «Es una carrera larga, que generalmente va direccionada a la investigación», pero en realidad «la arqueología es sumamente amplia», sostuvo.
Luego, detalló que su trabajo en particular «tiene que ver con la arqueología histórica, entonces, aparte del registro arqueológico, o sea, de la materialidad, nos nutrimos también de la fuente histórica».
«Por suerte, apenas me recibí tuve la posibilidad de aplicar para una beca en Brasil, así que adelanté la tesis y estuve casi dos años y medio en el sur de ese país, haciendo una maestría», reveló la profesional. Asimismo, comentó que retornó a Salta, donde le encontró una nueva veta de la profesión: «empecé a descubrir la parte privada de la arqueología».
En este sentido, apuntó que el crecimiento de la minería provocó un aumento en la necesidad de contratar arqueólogos, para la realización de los denominados «informes de impacto ambiental, que deben presentar las empresas para obtener las habilitaciones».
Estos informes «contemplan también la parte arqueológica, que es sumamente importante», resaltó Chávez, al tiempo que recordó que «hay leyes nacionales y provinciales que obligan a realizar estos estudios, para resguardar el patrimonio arqueológico».
«Básicamente es un relevamiento arqueológico para ver el estado del sitio donde tienen que hacer la obra, si hay algún tipo de rastro arqueológico y, en ese caso, implementar las medidas necesarias para preservarlo», explicó.
Además, apuntó que la tarea incluye la elaboración de «un plan de contención y manejo para el caso en que en las obras aparezca algún vestigio arqueológico», y agregó que se trata de «un plan de mitigación de cualquier tipo de daño que pueda sufrir el patrimonio arqueológico».
Por otro lado, la profesional, que es consultora individual de impacto ambiental y social y una apasionada de su profesión, comentó que se piensa que » la arqueología es únicamente la docencia o la investigación», pero en realidad «se está abriendo muchísimo el campo, lo que está bueno y constituye una oportunidad laboral para los colegas».
«Desde que empecé a trabajar en el ámbito privado, mi experiencia es que realmente se nos presta atención, más allá de las leyes, y eso también es positivo, porque es una manera de proteger el patrimonio cultural y arqueológico», expresó.
En tanto, señaló que «en Argentina tenemos una riqueza cultural y arqueológica increíble», aunque consideró que «es poco lo que se conoce, y en eso tenemos que hacer un mea culpa como sociedad y como sistema educativo».
Por otro lado, expresó que «en el norte argentino existe un aporte muy visible de los pueblos originarios», lo que se traduce en «una cultura más viva».
Actualmente, «la tecnología ayuda y facilita muchísimo» el trabajo de registro arqueológico, ya que «años atrás era salir al campo solamente con la lapicera y el anotador . Ahora todo es mucho más práctico», desde la las mediciones y la fotografía y hasta la ubicación.
En el Día del Arqueólogo, Chávez opinó que «en el país está creciendo muchísimo la profesión, y te das cuenta en la cantidad de chicas y chicos que se reciben en esta disciplina», al tiempo que destacó que «también se va diversificando la posibilidad laboral».
«Ya no queda únicamente apuntar a la investigación, al Conicet, sino que van surgiendo otras ramas en las que uno puede aplicar y desarrollarse como arqueólogo o arqueóloga», sostuvo, y acotó: «Más allá de ser lo que uno ama, y por lo tanto tener una visión un poquito subjetiva, también veo que se ha ampliado mucho».
No obstante, insistió en que aún «hay como un desconocimiento general de lo que es la arqueología», y resaltó: «Hay mucho aporte social que se hace desde lo arqueológico, más allá de lo que puede quedar plasmado en un libro o en artículo científico».
«La arqueología es básicamente el estudio del pasado del hombre a través del registro material, pero si te ponés a pensar, el pasado puede ser muy relativo, porque puede tratarse de los primeros pobladores, de diez mil años antes del presente, como ser de hace 50 años, y no deja de ser pasado», afirmó.
Chávez destacó el trabajo que se desarrolla «desde la arqueología, junto al Equipo de Antropología Forense (EAF), en contexto del terrorismo de estado, que hace un aporte social es muy grande», y también el estudio sobre los ex combatientes de Malvinas.
«Es muy amplio el trabajo que se hace desde la arqueología, como aporte», aseguró, y contó: «en mi caso particular, dentro de lo que es la arqueología histórica, me incliné a la rama de la arqueología de la diáspora africana».
Su investigación está basada en la población afro y afrodescendiente en el Tucumán colonial, considerada una temática «muy interesante en Argentina, por toda esa negación que hay con nuestro pasado afro», precisó.
«La idea fue aportar un granito de arena al proceso de visibilización y de reconocimiento a este gen africano que tenemos dentro de la sociedad argentina y que tanto tiempo ha estado negado y oculto», resaltó.
Finalmente, se refirió a la necesidad de tratar, desde la arqueología, de «difundir más los conocimientos, quizás con una terminología más amable para todos» y rescató el «trabajo fino que se está haciendo desde los museos. En Salta, por ejemplo, ha cambiado mucho la forma en que muestran el pasado y eso capta mucho interés».