Con todo el dolor a cuestas, su familia dice que lo dejaron morir. Primero, porque lo dejaron una hora esperando una ambulancia, después de haber recibido un fuerte golpe en la cabeza con una botella. Y después, porque no lo atendieron como correspondía en el hospital al que lo trasladaron. Lo cierto es que un adolescente de 17 años murió como consecuencia de las heridas sufridas tras haber recibido ese botellazo en la cabeza, mientras se encontraba junto a un grupo de amigos en un boliche del distrito bonaerense de Moreno.
El incidente se produjo ayer a la madrugada durante una fiesta de egresados realizada en el boliche «CoolSite», situado en la intersección del Acceso Oeste y Grahan Bell, de ese partido del Gran Buenos Aires.
El joven, identificado como Nicolás Collazo, fue trasladado primero al Hospital de Moreno -donde su familia denunció que no lo atendieron como correspondía- y luego a una clínica privada porteña, donde finalmente perdió la vida a causa del fuerte traumatismo de cráneo sufrido y un derrame de sangre, según lo señalado por su madre, Alicia.
«Lo dejaron en el boliche más de una hora esperando la ambulancia. No tuvo asistencia médica inmediata», dijo la mujer, al tiempo que agregó que más tarde, ya en el hospital, demoraron una gran cantidad de tiempo en hacerle una tomografía computada para evaluar las heridas sufridas.
La madre de Nicolás, en declaraciones a un canal de cable, responsabilizó al médico que atendió a su hijo en ese hospital y dijo que recién se decidieron a hacerle una tomografía «cuando tuvo convulsiones. Decían que tenía un cuadro de intoxicación, cuando mi hijo no tomaba ni fumaba. Nosotros hablamos con el médico y nos dijo que
no tenía nada. Cuando tuvo convulsiones, recién ahí le hicieron una tomografía».