Con una charla sobre la autoficción y la memoria, el Filba puso en marcha su rutilante agenda

Con una charla sobre la autoficción y la memoria, el Filba puso en marcha su rutilante agenda

Eduardo Halfon. Foto: prensa Adribian

Eduardo Halfon. Foto: prensa Adribian

En la primera de todas las charlas que hasta el domingo tienen lugar en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), la escritora argentina María Negroni y su par guatemalteco Eduardo Halfon postularon este miércoles por la noche a la literatura como un juego de equívocos, del mal entendido, donde lo importante es lo no dicho, al tiempo que coincidieron acerca de cómo la memoria de un evento es algo cambiante, falible, un evento en sí mismo.

Durante una hora, la autora de una veintena de poemarios, entre los que se encuentran “Archivo Dickinson”, “Arte y fuga”, “Islandia” y “Pequeños reinos”, y el escritor guatemalteco, autor de las novelas “Duelo”, “Monasterio”, “El boxeador polaco”, entre otras, hicieron un recorrido de sus experiencias de escritura en torno a la memoria, a la iluminación de los agujeros psíquicos, a la grandeza del lenguaje y el malentendido en la ficción, además de sumergirse en las experiencias que impone la distancia, la soledad o el silencio.

Otros de los temas que abordaron ambos autores en esta entretenida y amena charla alrededor de la escritura autobiográfica que contó con la moderación de la periodista Hinde Pomerianec, fueron la ansiedad y la neurosis en los escritores. Sin abandonar cuestiones como la lectura y las profesiones extraliterarias de ambos: Halfon es ingeniero y Negroni, abogada.

El primer disparador que propuso Pomeraniec fue la autobiografía. La moderadora preguntó a los invitados cuál fue el primer encuentro de ambos escritores con este “género”. Negroni, autora de “El corazón del daño”, aseguró que al vivir hay algo que va quemándose e hizo referencia a una imagen de Juan Gelman: “La poesía es la ceniza del pucho”. Por lo tanto, explicó, que todo lo escrito tiene una relación directa con lo vivido. En cuanto al hecho particular de poner un evento concreto de su vida por escrito, recordó sus diarios de adolescente, muy común “entre las chicas” de cierta edad.

Halfon destacó su tardío interés por la literatura y la creación de canciones cursis en la adolescencia que lo avergüenza, pero que fue su primera aproximación a escribir su vida. Su novela “Saturno”, el primer intento literario, que funciona como una carta donde narra distintos suicidios de escritores y el rol del padre en ese hecho, tiene un narrador “muy parecido” a él gritándole con enojo a un padre “muy parecido” a su padre, a quien le reclama su ausencia. Y evocó que la primera reseña que le hicieron los medios en Guatemala tuvo como título “Hay que salvar a Halfon”. “Me encantó ver que una lectura fuera tan comprometida, tan entregada, por eso en la segunda novela le subo el volumen al juego y le pongo mi nombre al narrador. Y seguimos jugando”, acotó el novelista.

“La memoria como una forma de la invención” fue la siguiente propuesta de Pomeraniec a partir de una propuesta de Negroni. La escritora, también doctora en literatura latinoamericana, explicó que cuando pensó en esa idea estuvo inspirada en el título del libro de Silvina Ocampo: “Invenciones del recuerdo”. “No se evoca ni siquiera las ruinas del pasado, sino que a partir de recuerdos un poco tramposos se construye una especie de fábula de nuestra existencia” asegura la autora de “Exilium”. Para Negroni esos recuerdos iluminan los agujeros psíquicos, que son “momentos críticos” para mostrar lo que se escapa al escribir. “Los lectores no advierten que cuando el escritor se pone a escribir la enunciación toma el lugar de la realidad. Lo importante es que la enunciación sea real”.

María Negroni. Foto: Ale López

María Negroni. Foto: Ale López



La autora de de la novela “La anunciación” apuntó que lo importante en un libro es “lo sugerido y no lo dicho” y que toda la literatura es “un juego de equívocos, porque el lenguaje es mucho más grande que nosotros. Nos sobrepasa.” Y concluyó la idea señalando la distancia entre las intenciones del escritor y lo que ocurre en el libro: “es un malentendido”, reflexionó.

Para Halfon el equívoco (intencional o no intencional) es fundamental. Sobre la cocina de su escritura, el escritor guatemalteco, contó que el relato lo conduce hacia otro lugar. En paralelo señaló cómo “la memoria es algo falible, cambiante y selectivo” y caracterizó: “es un evento es un evento en sí mismo”. Negroni, por su parte, indicó que se puede decir que “el lenguaje es una madre sustituta”, porque cuando pronunciamos la palabra empezamos a perder lo nombrado.

La distancia para Halfon, radicado desde hace años en París, es natural: siempre estuvo lejos de Guatemala. Por esto la reconstrucción siempre la hace desde afuera y de lejos. Sin embargo para Negroni, quien vivió en Nueva York, la distancia es un privilegio enorme. No depende de un lugar geográfico, sino de la distancia interna, no pertenecer a grupos: “es una distancia productiva y funcional para la escritura”. La distancia, la soledad y el silencio son las mejores situaciones, señaló la poeta. Mientras que con humor y entusiasmo, su compañero de charla señaló que él es “feligrés de la iglesia de Negroni”.

Halfon explicó que él vivió ocho años en Nebraska, “el paraíso del silencio, la soledad y la tranquilidad”, y es donde más ha escrito en su vida. Sus vecinos pensaban que era un veterinario, porque rescataba gatos con diabetes, y no un escritor. El autor de “Canción” sostuvo que él también huye de la vida cultural, “salvo de Filba”, aclaró jocosamente.

A partir de la confusión de los vecinos del escritor, Pomeraniec planteó la idea literaria del disfraz que aparece como una marca en ambos autores.

En las instancias finales de la charla, la moderadora, preguntó por la “ansiedad humana” en los autores. Negroni planteó que todos los escritores son ansiosos porque si no hay ansiedad, no hay escritura. Además la identificó como la contracara de la fobia. “Para lograr estar centrada, en diálogo silencioso con mi interior… debo escapar al bombardeo de noticias, de la información permanente que es una máquina de producir ansiedad”, aseguró la poeta.

Para Halfon la ansiedad es su mejor amiga: “Al ser judío, la neurosis y la ansiedad te la dan cuando naces” dijo risueñamente el novelista. El autor de “Biblioteca bizarra” aseguró que durante la escritura no se calma su ansiedad, pero mientras escribe “la ansiedad es reemplazada por la ansiedad del relato”. Abandona los fantasmas que le hablan y lo persiguen y no se callan”. Y consideró a la escritura “como un sofá que lo deja descansar (un poco)”.

Pomeraniec los interpeló acerca de cómo encontraban “un tiempo muerto” en una época en el que no existe, en apariencia, esa disponibilidad. Un tiempo para ocupar, por ejemplo, en la lectura. Negroni retomó las palabras del escritor y aseguró que festeja cuando puede “ocupar el sofá de la escritura y de la lectura”. Para ella ese tiempo nunca está disponible, “hay que generar esos espacios”.

Por último la moderadora preguntó en qué lugar se encuentran el “ingeniero” Halfon y la “abogada” Negroni. Ambos escritores con un título universitario alejado, de alguna manera, del imaginario de la literatura. El guatemalteco respondió que el ingeniero está siempre, desde niño queriendo imponer orden en todo, menos cuando escribe el primer borrador de una historia. En ese momento es cuando se calla el ingeniero. Aclaró que no tuvo que estudiar ingeniería para saber que es “muy ingeniero”, de chico ya cronometraba todo. “Luego del primer manuscrito viene el ingeniero a poner orden, a trabajar el lenguaje y la estructura”, aclaró.

Negroni, ante esta misma pregunta, narró la historia del mandato familiar de ser hija mayor y tener un padre abogado. Al haber sido una chica dócil siguió ese mandato y trabajó con su padre en el momento difícil de la última dictadura. “La abogacía fue una gran decepción porque yo pensé que el derecho tiene que ver con la justicia, pero no es así, el derecho tiene que ver con la mediación”, explicó.

La escritora cerró la idea sosteniendo que el mundo de la literatura le permite moverse con más libertad. Ambos autores tienen una obra de textos cortos, con un trabajo minucioso del lenguaje. Historias y tramas que escapan a lo ordinario y, sin embargo, pueden ser disfrutadas por todos los lectores. En la charla quedó expuesto parte del mecanismo que las produce.