Ovillos de blanca lana, los colores del río o un tapiz negro realizado con pelo de mujeres son parte de una apuesta que trae a escena un diálogo entre siete artistas contemporáneos y piezas textiles realizadas por tejedoras del centro-norte entre principios y mediados del siglo XX, reunidas en una flamante muestra titulada «Trama en América» que recorre cuestiones como lo femenino y la economía familiar, la quema de humedales, la naturaleza y la migración.
En la amplia sala del primer piso de la porteña galería Herlitzka & Co del barrio porteño de Retiro se asientan tapices colgados sobre las paredes creados por artesanas del norte del país a mediados del siglo pasado, ubicados en una suerte de diálogo que concibe otros modos y prácticas, tramados con recortes de telas o patchwork, o que inauguran otro tipo de tejidos concebidos con hilo, alambre o pelo humano.
Se trata de un diálogo que reúne un conjunto de prácticas tan diversas como sus técnicas y sentidos, como la instalación de dos ovillos de lana blanca de Teresa Pereda y algunos registros fotográficos y video de acciones realizadas en Brasil hacia 2008 como actos eco-poéticos, entre otras de las piezas ubicadas en las salas del entrepiso. Todas ellas, en tanto conjunto, forman parte de la muestra que cierra el año expositivo de la galería.
Tal vez, «Trama en América» sea una excusa que sitúa a las artistas argentinas Marcela Astorga, Carla Beretta, Teresa Pereda y Candelaria Traverso conversando con el tapiz negro realizado en tela y pelo por el artista boliviano Andrés Bedoya -que hasta no hace tanto estuvo con sus moscas de plata en la muestra «El dorado» de Fundación Proa-, o los artesanales del uruguayo Gerardo Goldwasser -representante de su país en la última Bienal de Venecia y alejado de la tradición americanista- hasta difuminarse en una bandera argentina monocroma embebida en tierra tucumana, del venezolano Juan José Olavarría.
Entendido como expresiones de un arte textil, una categoría aplicable más a los sobrecamas impregnados del color rojo de las lanas con sus diseños de guardas o flores que evidencian lo propiamente americano influenciado ornamentalmente por occidente, «el arte que trabaja desde y con lo textil» -como diferenció la curadora paraguaya Lía Colombino en su paso por el Malba el año pasado- instala otro tipo de sentidos evadidos de lo utilitario, pero que sin embargo son puestos como una genealogía plausible de los entramados más actuales.
Y entre esas distancias del arte, «Trama de América» busca integrar las obras de arte contemporáneo latinoamericano de reconocidos artistas con piezas textiles de la excolección del artista Nicolás García Uriburu realizadas por tejedoras del centro-norte, entre principios y mediados del siglo XX.
Temas como lo femenino y la economía familiar, el río y la quema de humedales, la naturaleza, la migración y derechos humanos, la violencia y la identidad atraviesan en gran medida las poéticas presentes.
Así se esparcen las chakanas o cruces andinas de Traverso (1991) sobre las paredes, en «Cielo y agua» y «Tawa Chakana», creadas con bolsas de tela sintética que alguna vez transportaron ropa usada, donada desde los «países centrales» para ser clasificada en China y Corea, luego distribuida a Chile y de allí a Bolivia, y luego a las ferias de Latinoamérica, detalla el galerista Mauro Herlitzka, sobre una actividad que la artista también transita.
En el caso de Bedoya (Bolivia, 1978) el tapiz de lana, tela y cabello humano recolectado en las peluquerías de su país, se inscribe desde una dimensión ligada a lo ceremonial, a la pérdida, como «un cuerpo portador de historias» resignificando las memorias y tradiciones ancestrales.
En cambio, autodefinida como artista multidisciplinar, Beretta (Rosario, 1965) dice que en esta muestra «pinta con telas», algo que puede observarse en los dos textiles de formas geométricas y una paleta de colores ligadas al río, a los pintores del Litoral, según le dicen.
La artista rosarina trabaja desde la experimentación e investigación, a partir de experiencias de desplazamientos cotidianos, relaciones personales y los vínculos afectivos, y sobre aquello que observa en la naturaleza y la sociedad. Pero cada tema se manifiesta en materialidades distintas: lo social va de la mano de la gráfica, del blanco y negro, en cambio utiliza colores, aunque apagado, para denunciar la quema de los humedales, por ejemplo, como una forma de expresar a través del color.
El marrón evoca la tierra, el rosa, en general, a la flor del Irupé y «cuando aparecen los grises en la paleta hago alusión a la quema, en estás obras intencionalmente», explica señalando sus piezas que aciertan a una toma de conciencia, que impulsa desde su práctica.
«Mi obra es muy experimental», manifiesta y relata como la cuarentena la obligó en 2020 a trabajar con las telas sobrantes de una muestra textil que tuvo en una galería de Rosario.
«Empecé a experimentar con bocetos de 30 años atrás que eran para hacer en témpera en textil», con los colores disponibles, y las formas geométricas fueron producto de la representación de la quema de humedales como puntos en un mapa, a los que fue uniendo con líneas, obteniendo formas «atractivas compositivamente que remiten un poco al arte Madí», indica.
A su vez, dice gustarle trabajar con la morbidez de la tela en la geometría, al que siente un desafío: «La tela es batista y cuesta mucho cortarla y me gusta que se vean esas pequeñas hilachas que son parte del proceso constitutivo de la tela, de la trama», expresa.
En su versatilidad, trabaja la geometría y la abstracción, con telas rasgadas, fotografías e instalaciones fotográficas, y tiene como disparador importante «el mar y el agua».
«Tengo mucha obra que refiere al mar y la naturaleza, el agua, esto también refiere al cuidado de la naturaleza -dice señalando una de las telas colgadas-, es una forma de mostrar lo que está pasando en Rosario, que se ve de una forma amigable pero eso no quita que en los títulos, en el concepto de la obra, esté presente lo que está pasando, es una denuncia», afirma Beretta, la artista a escasos días del cierre de su gran muestra «Ruido de agua» curada por Guillermo Fantoni en el Espacio Cultural Universitario (ECU), en Rosario.
El deshilachado es un punto en común con Astorga (Mendoza, 1965), quien trabaja sobre la piel, el órgano que protege y separa, y la segunda piel como las mantas que alguna vez protegieron cuerpos a las que deshilacha, tal como lo hace en la muestra «Desatando la línea de tiempo» que estará hasta el 12 de noviembre en la Sala PAyS del Parque de la Memoria.
«Trabajo con el concepto de piel, como gran órgano sensor y archivo de nuestra existencia, y a partir de la piel voy ampliando su sentido con la casa, la ciudad, voy abriendo estos lugares que nos contienen y que nos identifican también, entre tantas otras cosas», detallaba a escasas horas de esa inauguración. Un año movido para la artista que fue invitada a participar del Premio Trabucco 2023 en la categoría escultura, y expondrá en breve en el museo de Bellas Artes de Mendoza.
En cambio, en «Me adapto a la distancia pero no dejo de rodar» (2007-2023) de Pereda (1956), conocida por sus trabajos con tierras de distintas provincias, dos ovillos de 100 y 70 centímetros de diámetro de lana merino cuyo color le recuerda a las ovejas y su juventud en la Patagonia. La artista propone un tipo de obras en sintonía con su participación en Junín, en el marco de Bienalsur. También expone las fotografías «Cita con la selva» donde se ve como el ovillo es transportado por un joven caboclo, o los videos «El tiempo del agua» y «Lendas» (2008-2009), realizados junto con Charly Nijensohn, Juan Pablo Ferlat y Edu Abad, en un afluente del Río Negro, que alimenta el Amazonas, cerca de Manaos, en Brasil.
«La tierra y la lana son los dos materiales trabajo y me acompañan en mis recorridos», sostiene en diálogo con Télam Pereda y agrega: «Comencé en Argentina hace 30 años con recolecciones e intercambios de tierra, y en 2007 agregué la compañía del ovillo, la lana, en estas acciones ecopoéticas de reciprocidad como las defino», relata.
«Llevo conmigo un ovillo que va rodando por el territorio, y puede ser accionado por las fuerzas naturales como el agua o las personas», especifica sobre los materiales capaces de generar «situaciones emocionalmente vinculantes, como la tierra y la lana», representando la segunda «una seducción en esa necesidad de cobijo y abrigo».
Y en su búsqueda vinculante con la naturaleza, su cuidado y el hombre en tanto parte ésta sostiene: «Es algo que no debe olvidarse, en tanto el hombre cuida el entorno se cuida a sí mismo. Ese es el magma que trabajo a partir de materiales muy simples», indica.
«Trama de América» podrá visitarse en Libertad 1630 , ciudad de Buenos Aires, hasta el 29 de diciembre, de lunes a viernes de 11.30 a 19, y sábado con cita previa.