Los impuestos a las importaciones alcanzan un promedio del 23,8%, un umbral únicamente superado por las Islas Bahamas. Las restricciones cuantitativas ya afectan al 100% de las líneas arancelarias, con lo cual el país se encuentra al borde de la autarquía comercial.
La propuesta de Sergio Massa ofrece otros 4 años de economía cerrada y precios caros para el grueso de la sociedad, a cambio de favorecer a un minúsculo grupo de empresarios protegidos de cualquier competencia.
Hace solo 4 meses el ministro Massa dispuso la generalización del impuesto PAIS para la mayor parte de las importaciones, algunas gravadas con una tasa del 7,5% y otras (consideradas como bienes suntuarios) alcanzadas con un recargo de hasta el 30%. Esto se dio a conocer como la “devaluación fiscal”, e incrementó el sesgo proteccionista de la economía argentina.
Con estas medidas, la tarifa aduanera para las importaciones de Argentina escaló al 23,8%, compuesta por un arancel MFN promedio simple del 13,3%, la tasa estadística de importación fijada en el 3% desde la vuelta del kirchnerismo, y finalmente el recargo por el 7,5% del impuesto PAIS dispuesto por Massa.
Esto deja a la Argentina posicionada como el segundo país más proteccionista del mundo considerando únicamente a los aranceles de importación, sólo por detrás de las Islas Bahamas que aplican una tarifa promedio superior al 33% para sus importaciones.
Los gravámenes aduaneros de Argentina superan a los que aplican países como Bermuda (23,3%), Bhutan (22,4%), Sudan (21,8%), las Islas Caimán (21,2%), Djibouti (20,9%), Irán (20,3%), Egipto (19,7%) y Argelia (19%), entre muchos otros. Cabe señalar que Argentina supera la protección arancelaria que aplican Cuba y Venezuela, ambos bajo regímenes socialistas.
Pero lo cierto es que los aranceles de importación sólo constituyen una medida más de las tantas que aplica el Gobierno kirchnerista de Sergio Massa para boicotear el ingreso de importaciones.
En la práctica, resulta mucho más restrictivo el sistema SIRA implementado desde octubre del año pasado, el cual llevó el umbral de las licencias no automáticas del 40,7% al 100% de las líneas arancelarias totales, solo en cuestión de unos pocos meses. Esto deja al país casi completamente cerrado a la competencia internacional. Los importadores deben enfrentarse a permisos previos con la AFIP, la Secretaría de Comercio, las autoridades de aduana y el mismo Banco Central para poder traer un producto desde el exterior.
Este sistema atrasado y obsoleto fue directamente responsable del encarecimiento de los precios de la indumentaria y el calzado en el mercado doméstico. Los precios de la ropa aumentaron más de un 37% en términos reales desde la vuelta del kirchnerismo al poder en diciembre de 2019, cuando en la gestión del expresidente Mauricio Macri habían disminuido un 20% con respecto a la inflación general.
El costo del proteccionismo visceral lo paga el grueso de los argentinos, mientras que los beneficios solo se lo llevan un puñado de empresarios prebendarios, que ahora pueden colocar sus productos a precios más altos sin temer por ninguna represalia de los consumidores (están cautivos en el mercado y no pueden acceder a otras alternativas más baratas).