El balotaje definirá el rumbo entre dos modelos de país, uno encabezado por Sergio Massa en el cual se propone una confrontación abierta contra el sector agropecuario, o el modelo que representa Javier Milei promulgando la liberalización de las fuerzas productivas.
El campo argentino es, y con diferencia, el sector más duramente castigado en la economía kirchnerista, y también el más penalizado a nivel mundial. La agencia Bloomberg estima que el efecto neto por subsidios e impuestos para el sector agrícola supera un rojo del 25% en el caso argentino, no existe ni un solo país que aplique penalizaciones tan drásticas como las que instrumentaron Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa desde diciembre de 2019.
De hecho, Argentina avanza a contramano de lo que ocurre en la mayor parte de los países del mundo, que más bien subsidian al sector agropecuario y complementan los ingresos de los productores. En la Unión Europea los subsidios representan más del 20% de los ingresos agrícolas, mientras que superan el 10% en China, Rusia y Estados Unidos.
Por otra parte, la carga de las retenciones a la exportación alcanza a representar hasta el 17% de los ingresos totales del Gobierno nacional, una relación solamente superada por Kazajistán. Ni siquiera Rusia, Costa de Marfil, Bahamas, Indonesia, Malasia o Namibia aplican recargos tan restrictivos contra sus propias exportaciones.
Esto se suma a una catarata de impuestos distorsivos promovidos por Massa y el kirchnerismo. El ministro Massa anunció la generalización del impuesto PAIS para la mayor parte de las importaciones a partir del mes de julio, con una tasa general del 7,5% y un recargo del 30% para bienes suntuarios.
La maniobra de Massa convirtió a la Argentina oficialmente en el segundo país más visceralmente proteccionista de América, llegando a aplicar un arancel MFN consolidado del 24% para el promedio de las importaciones. Solamente por detrás de las Islas Bahamas, que gravan las importaciones con una tarifa promedio superior al 30%. Ni siquiera la Venezuela de Nicolás Maduro aplica recargos tan extremos.
Se genera un sesgo anti-exportador en contra del ingreso de divisas al país. Las importaciones favorecen la competencia y disminuye los costos a nivel local, no solo para los consumidores sino también para los productores (especialmente en insumos). La menor apertura comercial encarece los costos de los exportadores argentinos, y deteriora la competitividad del país frente al mercado internacional.
El candidato Javier Milei propone un giro de 180° y promete abrir la economía a la importación y la exportación. El programa de La Libertad Avanza contempla una quita de retenciones para los principales productos de exportación a más tardar en 2025, incluyendo a la soja, el trigo, el maíz, y sus derivados (harinas y aceites). Estos productos de exportación mantienen un peso preponderante en Provincias como Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, San Luis, y Chaco, entre otras.
Milei propone implementar una primera etapa de transición en la cual los productores podrían tributar retenciones como pago a cuenta del impuesto a las Ganancias hasta tanto se levante el cepo cambiario, y una vez superada la reorganización del Banco Central entonces sí avanzar hacia la quita definitiva de los impuestos a la exportación.
Massa promete retenciones por otros 4 años más, llevando consigo una de las principales banderas del kirchnerismo desde su fundación en 2003, y especialmente desde el conflicto con el campo en el año 2008, probablemente el más intenso que se haya vivido desde la vuelta de la democracia.