No cesa el dolor al ver cadáveres en las calles y gente sin techo y sin comida en la capital haitiana, mientras las cifras hacen referencia a unos 70.000 muertos ya confirmados. Mientras tanto, las operaciones de socorro comenzaron a acelerarse y unos 280 centros de asistencia se preparaban a dar respuesta a la desesperación de las víctimas, carentes de todo, seis días después del violento sismo.
Frente a una situación caótica y a una población iracunda y desesperada, el poder haitiano decretó el domingo el estado de emergencia. El gobierno anunció un duelo nacional de 30 días y las banderas ondeaban a media asta en los edificios oficiales. Con el pasar de las horas, las proyecciones sobre un balance de muertos aumentaban por decenas de miles. El Comandante General estadounidense a cargo de la operación de asistencia en la nación caribeña, Ken Keen, advirtió que 200.000 muertos puede ser una cifra «razonable» como «punto de partida».
«Claramente, es un desastre de proporciones épicas, hay mucho trabajo por delante», declaró. El secretario de Estado para la Alfabetización, Carol Joseph, anunció que unos 70.000 cadáveres fueron enterrados en fosas comunes. El terremoto dejó asimismo al menos 250.000 heridos y un millón y medio de personas sin hogar.
El hedor nauseabundo de los cadáveres quemados se colaba en cada rincón de las barriadas pobres de Puerto Príncipe. Una fuente gubernamental haitiana anunció que a partir de hoy estaba prevista la apertura de unos 280 centros de urgencia en Haití para distribuir ayuda humanitaria y albergar a los sin techo.