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Los sucesivos Gobiernos del Frente Amplio, a pesar de ser de izquierda, impulsaron medidas para fomentar la participación del sector privado en la salud. El Fondo Nacional de Salud de Uruguay funciona desde 2007, y otorga vouchers para que las personas puedan elegir en qué institución atenderse.

La discusión por la transformación del sistema de salud que impulsa Javier Milei en Argentina ignora casi totalmente que a solo unos pocos kilómetros, en Uruguay, un sistema similar funciona perfectamente bien.

Hace ya casi 20 años que coexiste en el territorio uruguayo un sistema de salud pública y un sistema de cheques o bonos para la salud, a través del cual las personas puedan elegir libremente en qué institución atenderse, sean públicas o privadas.

La cobertura para la salud es un derecho en Uruguay, y alcanza al 100% de la población. No hay nadie que se quede afuera del sistema. Pero con los “vouchers” de salud, el Gobierno promueve la competencia y permite que las personas menos pudientes puedan acceder a una medicina de mayor calidad, al mismo momento que se reduce la corrupción interna en el manejo de las instituciones públicas.

Lejos de ser una medida considerada de “extrema derecha”, los vouchers de salud fueron impulsados en Uruguay por el presidente Tabaré Vázquez, a partir de una profunda transformación del sistema entre 2007 y 2008.

Vázquez, quien pertenece al Frente Amplio, una coalición de partidos izquierdistas, rescató ideas similares a las que hoy propone Milei por el simple hecho de que funcionan y logran subsanar muchas de las ineficiencias del monopolio del Estado.

A su vez, el ex presidente uruguayo es una figura admirada por la casta política en Argentina. Pero por alguna razón, nunca se escuchó a Sergio Massa, Alberto Fernández, Gerardo Morales o Martín Lousteau decir que Vázquez es un “loquito” con “ideas impracticables“.

Vouchers de Salud en Uruguay

Mediante la Ley 18.131 en 2007, se creó el Fondo Nacional de Salud (FONASA), una entidad administrada por el Banco de Previsión Social y que provee a los ciudadanos la posibilidad de un bono (voucher) para poder atenderte en 43 instituciones públicas y privadas a lo largo y ancho del país, con cerca de 2,5 millones de personas afiliadas según el registro del año 2017.

El sistema se nutre de los aportes de los empleadores sobre los trabajadores formales, los aportes del propio trabajador sobre su salario bruto mensual, y el remanente es cubierto por los fondos que provee el mismo Estado. 

Se trata de un sistema de vouchers imperfecto, ya que contempla solo a aquellas personas con un empleo formal. Pero para subsanar esto, existe la Administración de Servicios del Estado – ASSE, que garantiza la cobertura completa a la población. Entre ambos, se logra un gasto público menor a que si solamente se financiara el sistema público, y encima con una cobertura de mayor calidad.

Sistema de Salud en Argentina

Por el contrario, el sistema en Argentina funciona de una manera completamente diferente. En Argentina existen tres sistema de salud en convivencia: la medicina prepaga, completamente privada y reservada para aquellos usuarios que pueden pagarla, las obras sociales (OO.SS.) para los trabajadores formales que no tienen prepaga, y finalmente el sistema de salud estatal, que “garantiza” la universalidad del derecho a la salud, pero ofreciendo una pésima calidad.

El sistema argentino es profundamente injusto, ya que si un ciudadano argentino no posee los recursos para financiar una prepaga, o no pueda permitirse afiliarse a una obra social por no poseer un trabajo formal, se encuentra obligado a caer en el sistema de salud provisto por el Estado.

Además, dentro de las obras sociales, existe una enorme heterogeneidad en su calidad, y depende qué obra social te quiere dar la empresa o el gremio, podés caer en buenos hospitales o estás condenado a atenderte en hospitales paupérrimos.

El sistema argentino crea entonces dos tipos de ciudadanos: aquellos con acceso a una salud de primer nivel, u otros que se ven resignados a quedarse con los peores servicios del sistema y sin poder hacer nada al respecto. Milei propone terminar con esta injusticia, y garantizar una verdadera provisión pública para la salud a todos los ciudadanos a través de un fondo para la salud.

La propuesta de Milei avanza incluso más allá que el modelo uruguayo, ya que lo propone para la totalidad de las personas, indistintamente de donde trabajen e indistintamente de los ingresos que perciben en blanco. Todos podrían elegir libremente en qué institución atenderse para poder hacer valer su derecho a la salud de calidad.