El presidente brasileño – con una popularidad de más del 80 por ciento – salió en los últimos días a jugar fuerte por la candidata de su partido. Acompañó a Rousseff en un recorrido por San Pablo y pidió por su voto en un spot publicitario
Esto le valió duras críticas, no sólo desde José Serra, el candidato opositor, sino también desde la prensa. «La creciente actuación del presidente Lula es en gran parte responsable por el indeseable calentamiento de los ánimos», denunció el diario O Globo.
El domingo 31 de octubre los brasileños elegirán en segunda vuelta al próximo presidente. En los últimos días, las encuestadoras parecen haber encontrado una diferencia de 10 puntos ya consolidada entre Dilma Rousseff, del oficialista Partido de los Trabajadores, y José Serrá, del Partido de la Social Democracia Brasileña.
Sin embargo los candidatos no se fían: en la primera vuelta los sondeos subestimaron a los votantes de Marina Silva, quien obtuvo más de 20 millones de sufragios y aguó las aspiraciones de Rousseff de ganar sin balotaje.
Además de la recorrida por San Pablo y las publicidades pidiendo el voto de Rousseff, Lula comprometió su agenda a acompañar a su candidata en los últimos días de campaña.